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Pura fantasía pop
Mañana se estrenará Tatuaje , una obra de Alfredo Arias sobre el encuentro entre Evita y Miguel de Molina Alejandro Cruz 5 de agosto de 2010
Bar de Corrientes. Las dos entrevistadas, Sandra Guida y Alejandra Radano, terminan de hacer una nota con otro diario y, antes de volver a sentarse alrededor de una mesa, dicen tímidamente: “Ya volvemos”. Alejandra parte raudamente entre las mesas toda vestida de negro con unas medias que podrían ser un fondo de alguna pintura de Paul Gauguin. Sandra la sigue. También está de negro; arrastra entre las mesas una valijita, como si estuviéramos en un bar de Ezeiza. Van al baño. Al ratito reaparecen como si vinieran del free shop con retoques de maquillaje, sus peinados en perfectas condiciones y cambio de vestuario. Lo que se dice “glamour total”.
¿Se pusieron de acuerdo para vestirse así? Lo niegan con suma naturalidad. No les creo. Se lo digo. Insisto. Ellas insisten en la negativa. “Esto pasó desde el primer día que empezamos con Chicago . No sabemos por qué, pero siempre estábamos combinadas sin ponernos de acuerdo previamente. Después de tantos años, ya nos conocemos…”, reconoce Sandra. Su compañera de ruta define la sincronización como algo relativo al mutuo entendimiento. Concluye la idea con una expresión contundente: “Esto [por ese cuidado look, por ese tapado naranja que resalta sobre el negro o por el juego de encajes y escotes] es el final de una idea”. En ellas, parece cierto.
Alejandra: – La imagen de un artista dentro de un espectáculo es el espectáculo. Definitivamente.
Sandra: -Cuando nos conocimos ya veníamos de una manera de trabajar que, al estar con Alfredo, se potenció. No es que descubrimos algo ajeno a nosotras, se hizo más potente. Pero antes de Alfredo, pareciera que estuviera hablando como de antes de Cristo, todo esto ya era parte de nuestra idea en relación con el trabajo.
Entre ellas, dos mujeres hechas para la comedia musical y para el teatro musical, ese “todo” las encontró juntas en Chicago , aquella estupenda versión que protagonizaron en el teatro Opera. Luego hicieron Concha Bonita , un espectáculo de enorme éxito en Europa, que dirigió Alfredo. Alfredo, vale aclarar, es Alfredo Arias, el gran director argentino radicado desde hace décadas en París. El mismo que creó, dirige y actúa en Tatuaje , el espectáculo que estrenarán mañana, en el Presidente Alvear.
La obra tuvo su debut a fin del año pasado en el Théâtre du Rond-Point, de París. Formaba parte de una trilogía producida por el grupo TSE. Fue tal el éxito que agregaron funciones. Como frutilla de postre, fue nominada al Molière como mejor obra de teatro musical. Aquella noche, la de estreno, fue tranquila y glamorosa. “Como la sala tiene un restaurante, luego de la función hubo un cóctel con un montón de gente que hablaba francés. Gente que no conocés, pero que saludás”, apunta la rubia de esta dupla. Radano recuerda aquella noche como un estreno sin nervios. “Es que hay un nivel de trabajo en el que nada está librado al azar. Hay mucha preparación, estamos todos muy cuidados”, reflexiona.
Su compañera de ruta toma la posta: “No hay mucho riesgo porque hay un piso que te permite estar segura, tranquila. Y como Alfredo abarca todas las áreas, tiene una idea clara que trabaja como capas de cebolla. Empieza por una parte externa y, de golpe, te encontrás con el corazón de la cebolla mientras estás trabajando en 5 o 6 planos diferentes. Todo lo que sostiene ese núcleo está cubierto por él”.
Hace tiempo que Alejandra forma parte de la troupe de Arias. ” En él -apunta- hay un real entendimiento del material que hay que trabajar. Por otra parte, tiene una visión integral del artista; tiene ojo y no tiene prejuicios. Y aunque trabaje en obras de textos de un Copi o un Genet, siempre hace teatro musical porque tiene una musicalidad interna. Hasta tiene una concepción coreográfica del diseño de una escena aunque esa escena no tenga música.”