SOBRE ÁTOMOS Y PIES DE PUNTA

Un espacio experimental en busca de la entrevista soñada: el invitado se interroga y se fotografía

 22 de marzo de 2013  

En el ejercicio de autorretratarse a través de una serie de preguntas y respuestas, más una autofoto, la actriz Alejandra Radano se revela un tanto psicoanalítica. Así, juguetea con su infancia, con sus fantasías y hasta con las de un parisiense buñuelista .

Hábleme de su madre, lo primero que le venga en mente. Cuando tenía 8 años le pregunté a mi señora madre qué era el infierno, ella me contestó retórica.
¿Cómo es eso? Claro… me preguntó qué era lo que más me gustaba hacer, y yo le contesté:- Ir a mirar vidrieras. Entonces mi madre me dijo que el infierno podría ser ir a mirar vidrieras por la eternidad.Lloré.

Hábleme de su padre. Vivíamos en Temperley, en una casa muy grande, con varios patios; el de las lajas rosas tenía una parra que coronaba un estanque de plantas acuáticas, lleno de nenúfares y otras rarezas hídricas, extravagancias de mi abuela materna. Mi padre, seguramente influido por sus lecturas isabelinas, hizo desaparecer ese estanque, intuyo, ante el horror de verme muerta ahogada como Ofelia.

Hábleme de su abuela paterna. ¡Ay! Mi abuela Olga. Si hubiera coincidido en época con Pablo Ramírez, ¡él la hubiera amado! Ella fue una gran sastre de Banfield, estricta con los bieses y plisados. Y mi abuelo, además de dibujar historietas sobre la Segunda Guerra Mundial, era un jugador empedernido, habitué del Casino de Mar del Plata, que la dejó a mi abuela para abrazar los azares de la ruleta. Mi abuela, divorciada en segunda juventud, tomó el destino por las astas y se puso de novia con Tati, 20 años menor que ella, japonés y boxeador.

Hábleme de algo que le haya sucedido en París. Era verano, apuradísima, llevaba zapatos de taco chino, me dirigía a comprar un libro para una amiga en una librería del Boulevard Montmartre. En el camino me intercepta un hombre, muy charmant que elogia mis pies!. Yo continúo mi marcha impávida, pero el hombre insiste. Le advierto, guerrera, que estoy apurada y que tengo que ir a comprar un libro; ahí él me mira fijo, suplicándome que le conceda un deseo. Me pide, que mientras esté eligiendo el libro, yo me ponga en puntas de pie, que haga relève y lo mire. Atónita y encantada le digo que sí, haciéndole jurar que después no me va a pedir ir tomar un café con él. Sellamos el pacto dándonos un apretón de manos. Y sí, ¡camaradas!, realicé su fantasía buñueliana, porque soy una mujer de palabra. Cuando llegué a la casa de mi amiga, me preguntó por qué le había regalado un libro en japonés, lengua que mi amiga gala no domina. Los enlaces de la génesis.

Hábleme de Dios.Le voy a contestar con las palabras de la actriz Maila Nurmi que, bajo el rol de Vampira,
en la película de culto Plan 9 from Outer Space , de Ed Wood, pronuncia la mítica frase: “No creo en Dios, creo en el átomo”.

Por: Laura Lunardelli

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